enero 4, 2025

El Post Pandemia

Noticias Constructivas

Hablar de virtudes esta de moda

Bernardo Klisksberg decía que las virtudes han pasado a ser una obsolescencia que tienen refugio en las organizaciones religiosas o bien en el ámbito de lo privado. Sin embargo en tiempos de pandemia -veo con entusiasmo-  que hablar de ellas, nombrarlas e incorporarlas en nuestras conversaciones domésticas y cotidianas se ha incrementado. 

Este fenómeno también se ha visto en el ámbito de lo público es así que podemos escuchar de manera directa e insistente  en  discursos públicos tanto de autoridades mundiales, nacionales como locales, además líderes de opinión, contenidos en los medios de comunicación e inclusive los publicitarios,  a que practiquemos  virtudes -como medio vital- para salir de la pandemia.  Nos piden que seamos responsables, a que elevemos nuestra solidaridad y generosidad. A que seamos respetuosos, que ayudemos a mantener la unidad y cooperación, a que confiemos en sus decisiones, entre otros.

Estos pedidos ya son señales inequívocas que las virtudes dejaron de  ser temas  que sólo se deben abordar en los espacios privados en el contexto de la familia sino que requieren ser desarrollados y  reconocidos como importantes en los espacios públicos/comunidad.

El paso siguiente será entender que la práctica de virtudes no se da sólo con pedirlas, no son acciones automáticas, sino que su desarrollo y práctica es resultado de un proceso educativo que se inicia en los hogares a temprana edad y debe reforzarse en las escuelas de manera consciente, sistemática y estratégica.  

Ahora bien, en este punto las preguntas que me surgen son: ¿Porqué hablar de virtudes en ámbitos públicos se ha vuelto una tendencia?, ¿Qué hizo que hablar de virtudes dejará de ser únicamente un tema reservado a lo privado?

La respuesta a estas preguntas es que simplemente nos estamos dando cuenta, y estamos elevando  la conciencia de que la práctica de virtudes es la llave para combatir las faltas de este mundo y  promover una cultura de virtudes, que facilitará una convivencia más armónica entre todos los miembros de la comunidad y del mundo en su conjunto.

Decir esto, puede parecer algo simple, sin embargo, es algo decisivo, es un hito importante que indica que hemos entendido que la carencia de virtudes en nuestras acciones generan un caos en la dinámica de la sociedad, habilita relaciones de intolerancia, de violencia, de irresponsabilidad, odio, desorden y más.  Entonces, ante esta evidente realidad, lo sensato es que hagamos un esfuerzo mayor para garantizar la práctica de virtudes en todos los contextos en los que nos movemos como seres humanos tales como la familia, escuela, universidad y laboral. Urge que los sistemas educativos prioricen una formación cuyo centro sea el desarrollo de virtudes.

DECIR no es lo mismo que SER

Sin duda alguna, hablar no es lo mismo que hacer, aunque es un punto positivo el hecho de incorporar en nuestro lenguaje las virtudes tanto en los espacios privados como los públicos porque las sitúa como una meta loable de alcanzar, las ubica a un paso que puede inspirar nuevas formas de acción. Lo decía Gandhi las palabras tarde o temprano se convierten en actos, de allí lo importante de cuidar nuestras palabras.

Podríamos brindar un sinfín de ejemplos que dan cuenta de lo incoherente que podemos ser, donde nuestros hechos distan de las palabras y/o discursos que creamos.  Hablamos de ser responsables, pero nuestros actos hablan de irresponsabilidad; abogamos por la unidad y somos generadores de desunión, motivamos a la generosidad, sin embargo, no compartimos lo mucho o poco que tenemos. Insistimos en la importancia de confianza,  aunque no somos dignos de ella porque no cumplimos compromisos y/o faltamos a  la verdad continuamente.

Por lo tanto,  procurar una vida coherente y significativa pasará por cuidar que  nuestras palabras y acciones transiten el mismo camino.

Virtudes y religión

Con claridad meridiana, es importante decir que reducir o limitar la aplicación de las virtudes al campo religioso es un grave error, pues más allá de profesar alguna religión, de creer o no creer en Dios; la práctica de virtudes es un camino garantizado para alcanzar la armonía con uno mismo, con nuestra comunidad y con el mundo.  Es un modo de vida que invita a las personas a que se comporten bien por el simple hecho de acercarse a lo correcto tanto en el ámbito familiar, escolar y laboral.

Si bien, históricamente las virtudes eran circunscritas a lo religioso, ahora entendemos que si deseamos superar los grandes desafíos que tenemos como humanidad necesitaremos practicar más virtudes en todo los contextos donde nos movemos.

Construir una cultura de virtudes

En base a lo dicho, y habiendo posicionado a las virtudes en un espacio vital de nuestra dinámica social, pensemos y trabajemos por construir una cultura de virtudes, entendiendo como aquel proceso permanente de construcción social que inspira y da forma a todo conocimiento, contenido, formas de organización social, arte, creencias, leyes, costumbres, sistemas financieros, formas de comunicación, prácticas de cuidado del medio ambiente y hábitos, entre otros.

Una cultura de virtudes es una respuesta a los desafíos de la humanidad, y si deseamos ser parte del “mejoramiento de mundo, entendamos que sólo lo lograremos practicando hechos loables y conductas correctas”.

Termino diciendo que si bien se ha puesto de moda hablar de virtudes, ahora corresponde hacer que practicarlas sea la tendencia a seguir.

Claudia Albarracín
Directora de Mundo de Virtudes